Discos: In Flames – “Forgone” (2023)
Regreso a los buenos tiempos en la más reciente entrega de los escandinavos
Nuclear Blast
Por: Alejandro Bonilla Carvajal
Con una carrera de más de treinta años a cuestas y siendo un nombre esencial en la explosión del metal europeo en la década del noventa, In Flames sigue llamando la atención de la prensa y sus fanáticos con cada lanzamiento. Sin embargo es un grupo que ha fallado con experimentaciones malogradas y apropiaciones de estilos que al final del día les han restado credibilidad. Sin ir tan atrás sus últimos discos como lo son «I, the Mask» (2019), «Battles» (2016) y «Siren Charms» (2014), han pasado más pena que gloria.
Ahora el quinteto protagonista del movimiento de Gotemburgo nos ofrece su decimocuarto álbum de estudio. Destaca la inclusión del guitarrista estadounidense Chris Broderick (ex Megadeth, ex Nevermore) en sus filas. El trabajo es un retorno a las formas correctas; enlazando death metal melódico con capas modernas, pero más importante que eso, siendo capaz de estructurar temas más memorables con respecto a lo que venían despachando en las producciones anteriormente mencionadas.
No debemos olvidar que In Flames revolucionó al tomar el metal extremo y hacerlo más asequible con un estilo propio. Allí cabía la electrónica e incluso elementos progresivos. «Forgone», en sus doce cortes y tres cuartos de hora de duración, brinda mucho de aquello que les hizo celebres. Riffs contundentes matizados entre guturales y voces limpias por cortesía del cantante Anders Fridén, atmósferas y blasts beats al por mayor.
El álbum parte con una dulce introducción entre guitarra y chelo para dar paso a la cabreada ‘State of Slow Decay’ que pone de manifiesto quién está de vuelta. Este corte báscula ese pasado propio del clásico disco «Clayman» (2000) con una urgencia deathcore. Mejor aún se aprecia ‘Meet Your Maker’, dueña de una guitarra punzante, con un coro bastante pegajoso y el punch del doble pedal del baterista estadounidense Tanner Wayne.
‘Bleeding Out’ tiene un abrebocas electrónico que se va cargando electricidad con un coro lleno de luz bastante efectivo. El clímax de este elepé lo tenemos con las dos piezas que le dan nombre. Allí el conjunto destripa dejando que sean los pasajes instrumentales los que den color. ‘Forgone, Pt. 1’ y ‘Pt. 2’ reafirman la retoma de las raíces de los suecos con esmero.
La balada ‘Pure Light of Mind’ expone a Fridén, quién aquí se resarce de sus pecados con un performance muy bien logrado entre lo dramático y victorioso. La pesadez vuelve a tomarnos con ‘The Great Deceiver’ seguida por ‘In The Dark’. Un cuidadoso trabajo de guitarra con elementos groove en la primera e incluso un pasaje acústico en la segunda denotan riqueza. Hay que mencionar a Björn Gelotte, quién lanza finos punteos y es en mucho el alma de In Flames.
El último cuarto del disco presenta ‘A Dialogue In B Flat Minor’ con más guitarras sustanciosas y coros armónicos. ‘Cynosure’ es bastante compacta y la despedida con ‘End The Transmission’ tiene una vocal infernal con otro coro memorable. El solo de guitarra vale su peso en oro y la batería sacude en una de las mejores piezas de la obra.
No se puede acusar a In Flames de haberse desaparecido porque es una agrupación prolífica. No obstante entre sus desvíos creativos esta es una recompensa para esos fans de vieja data que ansiaban algo auténticamente pesado. Para los adeptos más jóvenes resultará una sorpresa encontrar a unos músicos tan decididos en ir por la ruta más salvaje. Este puede ser su mejor trabajo desde «Come Clarity» (2006), y aunque no se equipara con lo hecho en los gloriosos años noventa sí da para volver a sentirse a gusto con un nombre familiar.