Discos: Iggy Pop – “Every Loser” (2023)
La leyenda del punk se rodea de grandes músicos para una obra impactante
Gold Tooth / Atlantic
Por: Alejandro Bonilla Carvajal
«La iguana» y «el padrino del punk» son apelativos puestos a James Newell Osterberg, un veterano de mil guerras visto de una u otra forma como un sobreviviente debido a los excesos llevados en su vida personal y sobre el escenario. Aún tengo muy presente su imagen a mediados de los años noventa con su clásico torno desnudo cantando desparramado ‘Lust for Life’, parte de la exitosa banda sonora de «Trainspotting». Allí ya era una leyenda con más tiempo sobre la tierra del esperado. Hoy, con 75 años de edad, Iggy Pop, como es mejor conocido, es capaz de entregar un disco que plasma diferentes facetas sin perder su fiereza rockera, la característica rebeldía junto a esa sardónica forma de ver la vida.
En la última década el originario de Michigan ha despachado en diferentes direcciones una buena colección de trabajos. En 2012 editó «Après», una colección de versiones de tono suave cantadas en francés. Cuatro años después con «Post Pop Depression» se supo acompañar muy bien del líder de Queens of the Stone Age, Josh Homme, en calidad de productor y músico para emprender en clave rockera una búsqueda espiritual. «Free» del año 2019 fue una producción de extrañas piezas con inflexiones jazz; prueba de cómo este artista siempre capaz de exponer sus sensibilidades con sorprendentes decorados.
En este reciente «Every Loser», tiene el respaldo del flamante productor Andrew Watt tanto en la consola como en la guitarra. Watt comenzó su labor con estrellas de pop y rap, pero en los últimos años se ha convertido en alguien capaz de grabar con criterio a insignes rockeros como Ozzy Osbourne, Elton John y Eddie Vedder. Además participan una selección de músicos de alto calibre: Duff McKagan en el bajo, Chad Smith en la batería, Josh Klinghoffer, Stone Gossard y Dave Navarro en guitarras. Y hasta el difunto Taylor Hawkins de Foo Fighters interviene con su batería y el piano.
La variedad de interpretes y el talento de Pop para componer conduce a once canciones con variados resultados. Encontramos al Iggy más inmediato y peligroso en la inicial ‘Frenzy’; sin duda capaz de encender la llama en cualquiera de sus conciertos. Más adelante con guitarras muy ochenteras y exponiendo su tono vocal más característico apreciamos ‘Modern Day Ripoff’.
En la línea colérica ‘Neo Punk’ resulta el mejor chiste. Una letra que tira a la basura a aquellos anarquistas convertidos en figurines de la moda con acordes que recuerdan a Green Day, una banda que aún hoy levanta la ceja entre los puristas del punk. Lo mejor de todo es que la batería la ejecuta aquí Travis Barker, el miembro de Blink-182 favorito de los tabloides por su matrimonio con una Kardashian.
Uno de los cortes más brillantes es ‘Strung Out Johnny’. Una pieza de aire suave donde se reflexiona sobre la adicción a las drogas, con Iggy arrojando sus ingeniosas líricas entre un tono sombrío y una melodía cubierta por sensacionales sintetizadores y coros muy bien puestos.
‘New Atlantis’ es una extraña oda a la ciudad de Miami, que se ha convertido en el lugar adoptivo de este interprete. Se habla de su posición geográfica y se le califica como «una bella prostituta metrópoli» en la que los colombianos hacen de las suyas. El juego vocal sigue siendo uno de los aspectos más llamativos, al igual que su fino solo de guitarra.
La cosas se ponen dramáticas en ‘Morning Show’, una composición sobre mantener la cordura cuando se es un total desastre. La forma en que una guitarra con slide y el piano van tejiendo la base para apreciar la voz afligida brindada por Pop es sencillamente genial.
Esa onda cruda que rememora a su antigua banda, The Stooges, figura en ‘All The Way Down’. Mientras que ‘Comments’ con una gruesa línea de bajo es un ejercicio new wave que matiza en el final. Por último ‘The Regency’ arrasa con ímpetu y manda todo al carajo con la soberbia de un Iggy incandescente.
«Every Loser» no es la obra de un viejo punk con mal carácter. Es un disco rico en sonoridades con la colaboración de músicos de primera línea bajo una producción esmerada. Estas canciones permiten darles varias escuchas para ir encontrando elementos que las hacen tesoros en tiempos donde el rock moderno carece de arrojo y algo de convicción.