Discos: The Smashing Pumpkins – “Siamese Dream” (1993)
La belleza de la distorsión alternativa
Virgin
Por: Alejandro Bonilla Carvajal
En la competida primera mitad de los años noventa por parte de extraordinarios actos del rock alternativo, The Smashing Pumpkins logró brillar con luz propia yendo en una dirección distinta a la de sus pares. Distante del punk rock de Nirvana o de la densidad metálica de Alice In Chains, el conjunto liderado por el cantante y guitarrista Billy Corgan optó por las melodías dulces fundidas con capas de guitarras distorsionadas, además del respaldo de su característica garganta quejumbrosa.
«Siamese Dream» es el álbum sucesor al bien ponderado debut del conjunto procedente de Chicago. «Gish», editado dos años antes, expuso a una banda con las capacidades de componer temas redondos. Sin embargo en este segundo trabajo la vara se alzó mucho más en términos de estructura y producción. Las canciones gozan de altas dosis de energía juvenil, con cierto dramatismo e incluso momentos conmovedores.
Si bien «Siamese Dream» ha logrado vender seis millones de copias y en su momento se metió en el Top 10 de Billboard, no fue nada fácil su gestación. La grabación comenzó a finales de 1992 con Butch Vig (Nirvana, L7) como productor en compañía de Corgan. Las sesiones tuvieron tensión ya que el baterista Jimmy Chamberlin tenía serios problemas de adicción a la heroína, mientras que el guitarrista James Iha y la bajista D’arcy Wretzky recientemente habían terminado una relación amorosa. El capitán del barco, Corgan, tampoco la pasaba nada bien tras también terminar con su pareja además e3 estar en un estado de depresión que lo tenía contemplando el suicidio.
El proceso exigió bastante por parte de Corgan y Vig. Ambos debieron trabajar por meses hasta 16 horas al día para tratar de encontrar las tomas y el sonido que deseaban. Un sonido que se desmarcara de lo que el rock alternativo era en ese momento. Así encontramos un disco lleno de matices, con guitarras ruidosas pero sin mayor agresividad, y en el que hay ornamentos acústicos así como giros emocionales que lo enriquecen.
Los cuatro sencillos lanzados se convirtieron en absolutos clásicos: la magnífica ‘Cherub Rock’, la luminosa ‘Today’, la rabiosa y sinfónica ‘Disarm’ junto a la melosa ‘Rocket’ han aprobado el test del tiempo. El álbum es tan sólido que las demás piezas no se quedan cortas en vivacidad. ‘Quiet’ es bullas en sus cuerdas y bellamente desesperada en el canto de Corgan, por ejemplo.
’Hummer’ va de la alta distorsión a la claridad sin sobresaltos. Por su parte ‘Soma’ es una de las mejores piezas. Parte sosegada y va in crescendo en un explosión con mucho fondo y peso rítmico. En esa misma línea ‘Geek U.S.A.’ tira chispas. Mientras ‘Mayonaise’ es mucho más relajada al igual que la bella ‘Spaceboy’ —dedicada al hermano autista de Corgan—. La sensible ‘Luna’ cierra de forma magistral.
Treinta años después es incuestionable que esta es una gran obra. Bien pensada, bien escrita y muy bien ejecutada. Un balance entre la crudeza orgánica del rock fuerte con una apertura a la delicadez en pequeños y singulares detalles. Por supuesto, The Smashing Pumpkins logró ir aún más lejos con su posterior disco, «Mellon Collie and the Infinite Sadness» (1995), un capítulo dorado en su historia. Pero aquí se demuestra que iba por el camino correcto pese a las dificultades internas y la enorme presión de una industria discográfica despiadada.